La poderosa presencia de la embajadora multicultural de México y su voz, llenaron el foro del Décimo Festival Chihuahua en una noche mágica para el público fronterizo.
Por espacio de poco menos de dos horas -que transcurrieron como hubieran sido sólo unos minutos- los juarenses y paseños de todas las edades afueron deleitados con una parte del extenso y variado repertorio de Lilia Downs, acompañada por sus músicos de cabecera.
La cantante de origen mixteco hizo su aparición en el entarimado vistiendo un estilizado traje típico de tela floreada, ceñido con un cinturón tejido y con una amplia sobrefalda. Su cabello, recogido y trenzado con una boa de plumas y corona de flores. Calzó botines negros de cuero. Entre pieza y pieza, cambiaría de rebozo: desde uno sencillo de artiseda, hasta uno majestuosomente decorado con plumas y confeccionado por tejedoras michoacanas. Con esta prenda, representó el batir de alas de la paloma cuanto interpretaba Cucurrucucú.
Desde la primera Pieza –Mezcalito-, hasta la que cerró el concierto -su emplemática Cumbia del mole-, el público correspondió al talento y entrega de la cantante con sus aplausos y gritos.
Una botella de licor de membrillo (de Chihuahua), fue ofrecido por Lila con el brazo en alto, lo abrió y bebió un trago, para proseguir con su presentación.
El programa musica incluyó temas de diversas regiones del país, como sones y polkas, poesía de Andrés Henestroza, canciones rancheras de autores como José Alfredo Jiménez (Vámonos), Cuco Sánchez (Fallaste corazón) y Juan Záizar (Cruz de olvido), y hasta de un compositor contemporáneo como El Buki (Tu cárcel).
Lila también incluyó temas de su autoría, algunos incluidos en su más reciente CD “Pecados y milagros”, así como un adelanto de su próxima producción discográfica. El estilo musical de Downs es dificilmente clasificable, aunque se le ubica en el denominado “World Music”, y es una fusión de ritmos de las diversas regiones de México con blues, jazz e inclusive reggae, interpretados con instrumentos contemporáneos fundamentalmente: guitarra acústica y eléctrica, teclados, saxofón, trompeta, trombón, percusiones y batería.
-Venimos a entregarles una ofrenda musical… Aquí les traemos algunos pecados, pero también algunos milagros, de la destilería de nuestra tradición..- dijo al terminar la primera pieza.
Una pantalla gigantesca en la parte posterior del escenario mostraba diversas animaciones e imágenes de retablos, pero también escenas reales, como la travesía del tren que cargado de aspirantes a indocumentados realiza la peligrosas travesía desde Chiapas hasta Tamaulipas. A esta mole conocida como La Bestia, Lilia le dedicó la siguiente canción:
-Esa Bestia es el Tren del Cielo…- dijo.
Un momento emotivo de la velada musical, fue cuando la cantante recordó a Chavela Vargas (fallecida hace dos años), su gran amiga y madrina, para seguidamente dedicar una muy melancólica versión de Cruz de olvido “a todos nuestros difuntitos”. Los tristísimos acordes de tres guitarras acompañaron la desgarradora voz de Lila y la angustia y desesperación reflejadas en su rostro (ella actúa sus canciones).
El tema dio para más: El son de los difuntos fue una festiva pieza dedicada al Día de los Muertos. Lila cantó y bailó.
Hacia el final de La presentación, la artista se manifestó solidaria con los juarenses:
-Todas las cosas que han pasado, de veras lo siento mucho… Este concierto está dedicado a los difuntitos de estas tierras… ¡Un aplauso para Ciudad Juárez!- exclamó ante la multitud cada vez más eufórica, sobre todo cuando la cantante bajó del entarimado (lo que puso en acción al personal de seguridad), para cantar cerca de sus fans, quienes cámara y celular y mano buscaron la ansiada selfie.
La propia Lila pediría las manos en alto de todo el público, para la selfie tomada desde la parte porterior del escenario. Previo al inicio del conierto, un mensaje en la megapantalla dirigido a los fans: “Mándame un tweet @liladowns, y a continuación el hashtag #LilaDownsEnCdJuarez.
Al concluir su programa musical, los aplausos hicieron volver a la cantante y sus músicos, para despedirse con Paloma negra y su emblemática Cumbia del mole.
Una noche mágica de celebrar lo nuestro con una inmensa artista, había concluido. (Fotos: FICH/Gabriel Cardona y Guillermo Carrillo)
Mezcalito
Tu cárcel
Los pollos
Tren del cielo
La Martiniana
Patria madrina
La madrugada
Fallaste corazón
Mano negra
Cuando me tocas tú
Vámonos
Son de difuntos
Cucurrucucú
Zapata se queda
Cruz de olvido
Comalito
Encore
Dignificada
Tacha
Cumbia del mole