El colectivo En Juárez hay títeres llevó a cabo una sesión en la cual compartieron experiencias de algunos de sus integrantes.
En la charla participaron Efraín, Chuy y Lalo de Makiloko Machín Marionetas, Teatro de Títeres La Charca y Huitzilín Teatro de Títeres, quienes llevaron a sus principales personajes (el Jilo, el Zooniderito, etc.) a la sala asignada en el Museo de Arte de Ciudad Juárez.
Ante un público atento, los ponentes puntualizaron que el manejo de títeres o marionetas es más que un simple espectáculo dirigido a los niños, sino que es un arte multidisciplinario.
Quienes participan en ello son, pues, artistas multidisciplinarios y multitarea (requieren preparación actoral, musical, etc.), toda vez que adicionalmente deben dar voz a los personajes, proveer la música y coordinar el desarrollo escénico de la pieza (en “trazos escénicos”).
Explicaron que todo montaje consta de cuatro fases: 1) dramaturgia, o escritura del libreto; 2) plástica, o la elaboración de los personajes; 3) puesta en escena, o hechura de la escenografía, y 4) la presentación en sí.
Todo ello dar lugar a la magia: la interacción entre el muñeco y el actor que es el titiritero y quien le da vida y voz al personaje.
Así, el titiritero transmite su expresión al muñeco, y éste a su vez al público (que no necesariamente es sólo infantil).
Fueron abordados también algunos aspectos técnicos de los títeres o marionetas, que pueden ser elaborados prácticamente de cualquier material (guante, cartón, hilo, madera), y se indicó que el guiñol es considerado el títere más inexpresivo por carecer de pies y tener “atrofiadas” sus manos, pero que ello en vez de ser una limitante estimula aún más la imaginación del espectador.
La charla que incluyó numerosas anécdotas profesionales y hasta personales: todos afirman vivir de su actividad como titiriteros (el Makiloko no es maquilero, pues).