La carencia de un sistema de drenaje pluvial ha hecho de esto una escena recurrente cada vez que las lluvias se presentan abundantes a primera hora de la mañana, como este miércoles: las calles del centro convertidas en ríos, particularmente la Mina.
Imposible cruzar, sin mojarse los pies, para muchos fronterizos que se dirigen al trabajo o a la escuela. Pero para este problema siempre hay una salida (como ya es recurrente también).
Utilizando una carretilla, un juarense improvisó un vehículo para el cruce de personas de orilla a orilla de la calle Mina (de sur a norte y viceversa), en un trayecto de menos de diez metros que duraba unos cuantos segundos.
No faltaron los clientes, y aunque ocasionalmente cruzaba una sola persona, generalmente eran varias, principalmente mujeres, pero también hombres y jóvenes.
La maniobra llamó la atención de los transeúntes, así como de los vendedores de la zona, quienes hasta consejos daban al «barquero»: ¡No se vaya a voltear la carcacha!, le gritaban. El «barquero» ni atención ponía a los gritos, concentrado en sortear el paso de ruteras y otros vehículos.
El cansancio del «barquero» era evidente, pero continuó durante toda la mañana apenas protegido por un plástico a manera de impermeable, con los pies calzados con tenis chorreando agua. Todo por unas monedas. Lo que cada quien quisiera cooperar por el servicio.