Ante la imposibilidad -por ahora- de una representación presencial debido a la contingencia sanitaria por el Covid-19 que mantiene cerrados los teatros, un grupo de actores juarenses estrenaron esta semana el performance Concrete boxes utilizando una red social como foro escénico virtual.
Es, en efecto, una creación colectiva de Amalia Molina, Andrés Rivera, Gisela G. Moreno, Jorge Rodallegas, Mario Vera, Valeria Loera y Claudia Carrera, bajo la dirección de esta última y que tuvo una duración de poco más de una hora.
Todos relatan historias desde su propio lugar de confinamiento (la concrete box), reflejando una variedad de emociones, desde, frustración, ansiedad y hastío hasta la depresión, con algunas situaciones chuscas y explicando cómo, al igual que miles de juarenses, han sobrellevado esta crisis. Algunas veces se dio un diálogo, otras un monólogo. En un caso, se trató de alguien que debía salir de su casa por ser trabajador esencial (llevando cubrebocas, careta, gel, etc.)
La grabación del video fue a través de Zoom, para ser retransmitido vía Facebook Live. La interacción con el público fue a través del chat de éste (con mensajes, emoticones, etc. Como colofón, una vez terminada la presentación fue abierta la conversación en la primera plataforma.
Previamente, el público tuvo la oportunidad de colaborar respondiendo a la pregunta ¿cómo abrazar sin tocar?, y las mejores aportaciones fueron leídas durante la presentación.
Quien esté interesado en presenciar esta obra, el link al escenario teatral virtual está aquí.
Así fue introducción de la presentación de lo que, se indicó, «no sabemos si esto es teatro»:
Querido espectador:
Una de las cosas favoritas de los humanos es el hacer preguntas. Somos un tanto filósofos cuando niños, cuando estamos en la edad de los porqués; sin embargo, al crecer perdemos poco a poco esa habilidad.
Quizás alguna vez te habrás preguntado qué es el teatro, cómo debe hacerse, incluso, cómo debería sentirse.
Hoy estamos en una situación límite, una crisis, y las crisis son momentos idóneos para replantear preguntas, para reformular respuestas.
En el Decamerón -texto que parece infinito- encontré una posibilidad: Bocaccion narra la historia de diez jóvenes que se ponen «en cuarentena» debido a la peste. Estos se alejan dos semanas y durante diez días deciden contarse historias y así pasar mejor el tiempo.
Fue entonces que se me ocurrió la absurda idea de que jugáramos al Decamerón, claro, una versión ligera, con temas que nos movieran el corazón actualmente y desde nuestras «cajas de concreto»… nuestras casas.
Estas son algunas de nuestras historias.
Emilia B.