LAS PAREDES OYEN… Y SUENAN


El sonido como elemento arquitectónico, es el tema de investigación de Marco Antonio Solís, un estudiante de Maestría en esa rama del saber.

Es la Arquitectura del Sonido, que es el nombre de ese proyecto académico y que parte de un paradigma distinto.

«En la arquitectura se privilegia lo visual (renders, etc.), cuando la arquitectura es una experiencia sensorial que involucra ver, tocar, oler… y también se escuchan» explicó el artista.

Para ello, el arquitecto-artista ha realizado intervenciones sonoras en diversos edificios en varias ciudades del territorio nacional.

Este sábado, el objeto de estudio fue la acústica de la conocida como Torre Naranja del Centro Cultural de las Fronteras. Meses antes, una intervención similar fue realizada en el Museo de Arte de Ciudad Juárez. Ésta fue «Paisajes sonoros»; aquélla fue «Ocupo«.

Un grupo de juarenses acudió al llamado de Solís a través de redes sociales, para ser testigos, así como el artista invitado (un DJ).

El músico instaló su equipo en la planta baja del edificio, mientras los asistentes subían la escalinata para ubicarse en un punto de su elección, y en la posición que mejor le acomodara (de pie, sentado o hasta acostado).

Fue entonces que la experiencia sensorial dio inicio propiamente, por espacio de unos 20 minutos entre las primeras penumbras a la caida del sol.

Se había aconsejado a los asistentes ubicarse en lo más alto del recinto, y con los ojos cerrados, para una experiencia más plena, pero quedaba al criterio de cada quien.

Los sonidos provenientes de un ambient mx (música electrónica) ocuparon el recinto de arriba hacia abajo y de lado a lado (percepción personal de quien esto escribe), con un efecto rebote en los muros, que por momentos se sintieron vibrar (al igual que la escalinata), así como reverberaciones. Al final de la intervención, alguien calificó de «doloroso» lo que percibió, pero sin afectación alguna a su persona.

Toda la intervención fue grabada en video (y audio, obviamente) para su preservación.

En una conferencia previa y en una entrevista posterior, Solís explicó que la arquitectura es como un instrumento musical gigantesco (el mejor ejemplo son las catedrales), y que «la madera suena, los muros suenan,» aunque cada persona lo percibe de manera distinta.

A grandes rasgos explicó que la intervención inicia con el estudio de los planos arquitectónicos del edificio elegido, se realiza una visita de campo y con el oído se buscan fenómenos que pueden ser interesantes, ya que a veces «en las esquinas se juntan frecuencias muy raras».

El uso de software es una herramienta utilizada en la digitalización de los sonidos y mediciones acústicas.

El artista refirió que un objetivo importante de su proyecto de investigación es «explorar e inventar nuevas músicas» que inviten a la escucha, y que nos lleven a todos a «ampliar nuestros espectros de visión y tolerancia». Adicionalmente, tiene en mente integrar un catálogo de acústicas de edificios de valor patrimonial, para la preservación y conservación de los archivos y que pueda ser depositado en la Fonoteca para su consulta.

Solís es egresado de la Licenciatura en Arquitectura del IADA, y actualmente reside en Guadalajara. Su trabajo puede ser visto en Facebook e Instagram.

 

 

 

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