Una velada memorable vivió un reducido público este martes en la presentación del reconocido concertista, investigador, poeta y filántropo Romayne Wheeler, en el majestuoso Teatro Víctor Hugo Rascón Banda del Centro Cultural Paso del Norte.
Conocido como «El Pianista de la Sierra», Wheeler interpretó un bello programa musical en el concierto intitulado «Música de esperanza«, con piezas de la tradición rarámuri y otras del patrimonio universal legadas por Franz Liszt, así como composiciones propias.
Así, el maestro interpretó la Danza del venado (rarámuri); Cajita de cumpleaños y Su última mirada, ambas composiciones propias, la segunda dedicada a su fallecido padre, entre otras.
De Franz Liszt interpretó Nocturno No. 3 (Sueño de amor) y Rapsodia Húngara No. 3, así como la adaptación que el compositor húngaro hizo del Ave María, de Franz Schubert.
El extenso programa musical tuvo un final casi místico cuando, con el recinto en penumbras, Wheeler interpretó la monumental Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega, una pieza originalmente escrita para guitarrra. El maestro había pedido al público cerrar todos sus ojos «y pensar en lo más bello de la vida, incluido este momento».
El concierto que había iniciado con la promesa del pianista a todos de «enseñarles el camino musical… más allá de las palabras», incluyó una versión de la polka Jesusita en Chihuahua y de una pieza del repertorio de la marimba.
El artista agradeció los aplausos que el público le brindó tras cada pieza, con una leve reverencia y llevándose la palma derecha al corazón, o bien juntando sus manos con las puntas de los dedos apenas tocándose.
Durante los 90 minutos de la presentación, el maestro compartió múltiples anécdotas de su vida, así como reflexiones a partir de la sabiduría que ha desarrollado él al integrarse a la comunidad rarámuri como uno más, siendo californiano de origen y, por consiguiente, chabochi (esto es no rarámuri). Wheeler acostumbra vestir prendas de esta etnia, como una camisa de manta con amplios pliegues y bordada, una faja o cinturón tejido y huaraches, y en esta ocasión no fue la excepción.
El concierto fue en formato multimedia, ya que incluyó proyecciones de escenas de la vida profesional y personal del artista que desde hace 30 años vive en la zona de la Barranca de la Sierra Tarahumara, región en la que desde entonces desarrolla una destacada labor filantrópica con la fundación que lleva su nombre.
Al finalizar la presentación, el artista se dio tiempo para atender a los fans en la firma de libros y toma de la foto del recuerdo.