LA APACHERÍA DICE «PRESENTE»


La comunidad apache reclama su lugar en la Historia, y en ese sentido está dando importantes pasos en México ahora en la recuperación de su identidad como pueblo Ndee-Ndé-N´Nee.

Es un lugar común -aún entre los historiadores- afirmar que la Batalla de Tres Castillos (Chihuahua, 1880) fue el fin de la apachería en territorio nacional… Y sucede que no.

Dos representantes de las comunidades de Juárez y Ascención son los Martines -Martín Javier Tafoya y Martín Cristóbal Rojas- fueron los encargados de abrir la segunda jornada del Tercer Encuentro de Descendientes de la División del Norte, que se desarrolla aquí del 16 al 20 de noviembre.

Ambos participaron en la conferencia magistral «Participación del pueblo Ndee, N´nee, Ndé durante la Revolución Mexicana«, teniendo como sede el vestíbulo de la Sala Plata del Centro Cultural de las Fronteras (CCF).

La disertación guiada por Martín Cristóbal Rojas aportó numerosas referencias históricas a la existencia de los apaches en amplios territorios de lo que actualmente es el norte de México y sur de los Estados Unidos.

De hecho, dijo Rojas, «la Revolución Mexicana se desarrolló en territorios ancestrales de los apaches».

Como punto destacado de lo anterior se indica que Cuchillo Parado, en Chihuahua y cuna de la Revolución Mexicana con el levantamiento en armas de Toribio Ortega, es territorio apache.

El disertante señaló otros episodios de la gesta revolucionaria en la que intervinieron los apaches, aunque no siempre del lado correcto de la historia, como en la Expedición Punitiva de las tropas estadounidenses y que contó con exploradores apaches para dar con el paradero de Francisco Villa y apresarlo (no lo que no se logró).

En relación a este mismo suceso existe la versión de que, herido, Villa logró ocultarse en la Montaña Azul contando con la guía y protección también de apaches.

Rojas explicó que la Batalla de Tres Castillos en 1880 fue un suceso de aceleró la invisibilización de este pueblo, que ya venía ocurriendo desde cuatro décadas atrás cuando el gobierno de Chihuahua ofrecía y pagaba recompensa por la muerte de cada apache, del cual había que presentar la cabellera.

No sólo no era delito matar a un apache, sino casi era actividad como la cacería de un animal (venado, etc.), señaló el disertante.

La brutal estrategia de exterminio, aunado a la naturaleza nómada de este pueblo, hizo que resultaran invisibilizados. Los apaches no se asumían públicamente como tales, durante las décadas siguientes. Era algo que sólo se contaba en el seno familiar.

 

 

 

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