
En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el Museo de Arqueología e Historia de El Chamizal, aloja desde el viernes una mirada a la magia y misticismo de la sierra chihuahuense.
Intitulada Kine nawála kaleli («raíz de mi querer» en lengua rarámuri), es una serie de imágenes captadas por la cámara (y el ojo experto) de Hoglá Liset Olivas.
A color la mayoría, pero algunas con el dramatismo que les imprime el blanco y negro, muestran los rituales de la etnia que habita la Sierra de Chihuahua.
Quién mejor que la artista, para narrar la visión para plasmar ese mundo que la mayoría de los chabochis aún desconocemos.
Debo decir que hace ya bastante tiempo surgió en mi una pasión por fotografiar la Sierra Tarahumara. Sentía algo que me motivaba ir hacia adentro; me incentivaba a redescubrir esas sendas que conocí desde niña y que antes, ya habían recorrido mis ancestros. Existían una inquietud y una pasión no reconocidas, sino hasta hace algunos años, cuando me encontré en la vocación fotográfica.
La fotografía me ha permitido ver de otras maneras, quizás desde el alma gracias a mi sensibilidad y a mi ojo.
Amo inmortalizar momentos y personas, dejar su huella indeleble y recolectar fragmentos de los rostros, cuerpos y texturas que un día serán polvo e historia. Me gusta compartir con otros mi forma de ver el mundo. matices, texturas, el color, la magia de la cotidianidad, lo místico y lo solemne.
Y es por eso que La Sierra me parece mágica, encantadora, majestuosa.
Fue un privilegio presenciar las hogueras de inicio a los rituales, ver las primeras danzas de los pintos; ser invitada y acogida para comer en la comuna, caminar con la procesión y mil quinientas personas que bajaron de diferentes comunidades, llevar el vestido tradicional en Viernes Santo, presenciar la noche de los Pascoleros para repartir tesgüino y poder capturar en Norogachi, algunos de los rituales que subsisten cada Semana Santa en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, sobre todo en este momento donde la globalización se extiende y destierra nuestras valiosas tradiciones que se deben preservar como patrimonio cultural de México.
En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, a través de esta exposición pretendo compartir el querer a mis raíces y el respeto a mis ancestros, todo aquello que me sobrevive y compartir cada fotograma con su solo sentido: preservar y honrar la cultura Rarámuri de la Sierra Tarahumara.
Los días y noches que viví durante mi infancia en las altas tierras, crearon en mi una conexión definitiva. Ahora comprendo que ese rastro estaba en mi memoria celular, gracias a mi tatarabuela y a quienes me preceden.
Gracias por darle el fundamento y sentido a mi intuición y a mi pasión fotográfica a «Don Chico», Francisco Olivas Lara, a quien dedico esta exposición.
La muestra permanece hasta el 8 de octubre.

