

La Plaza Cervantina hizo un llamado a la acción en vísperas de Navidad.
La convocatoria partió de la galería multifuncional Azul Arena, con la anfitrionía del Instituto para la Ciudad y los Derechos Humanos en su Edificio de los Sueños, el viernes 22.
La invitación fue a unirse «a la conversación, donde tamales y champurrado son el pretexto para ocupar y revitalizar juntos nuestro espacio público» en un evento pesando para todo público (chicos y grandes).
Se indicó que habría música -con un DJ-, pero hubo mucho más: lectura de poesía por parte del grupo Praxis Collective y se elaboró un mural -en papel- con pensamientos sobre en lo que debe reconvertirse la Plaza Cervantina.
Como toda posada que se precie de ser tal, también hubo piñatas para romper, un total de tres que fueron provistas por el colectivo Xingaderas.
Niños, adolescentes y adultos se formaron para intentar romper alguna de las tres piñatas: una, tradicional en forma de estrella de siete puntas; otra, en forma de patrulla fronteriza (Border Patrol) con un perro y un coyote asomando por sus ventanillas y una Estatua de la Libertad en el capacete; la última en forma de una AKA47-cuerno de chivo.
Es de destacar que las dos últimas piñatas recibieron el mayor «castigo» de los participantes (sin que fueran vendados de sus ojos) hasta quedar reducidas a pedazos de cartón y papel de china (no contenían dulces).
Antes, uno de los organizadores les recordó que, en la tradición, la piñata simboliza nuestros vicios (los 7 pecados capitales) a los que hay que enfrentar, y que también pueden ser nuestros miedos.

