Como desde hace 72 años, el Santa Clós Bombero hizo felices a los niños juarenses al poner en sus manos un juguete, y en el rostro una sonrisa.

La Estación Central de Bomberos quedó convertida, esta víspera de Navidad, en una sucursal del Cuartel de Santa (que según la leyenda, está ubicado en el Polo Norte).

Los mismos bomberos han sido durante todo el año los nuevos ayudantes de Santa, y diligentemente han trabajado en la limpieza, reparación y empaquetado de los juguetes (usados, la mayoría), hasta completar 12 mil 500 bolsas. Esta labor previa, se ha replicado en las demás estaciones distribuidas por toda la ciudad.

También como desde hace 76 años, las familias juarenses de escasos recursos y procedentes de todos los rumbos de la ciudad, se han concentrado a las puertas de la Estación Central de Bomberos, para ser de los primeros atendidos por Santa Bombero. Muchos han pasado la noche allí -al aire libre y con temperaturas congelantes- y algunos llegaron 24 horas antes, provistos de cobijas y algunos hasta con la pijama puesta.

Una serie de fogatas fueron improvisadas por estas familias, utilizando tablas de desecho, en un intento de mitigar el frío en una noche que ha parecido más larga que de costumbre.

Al rayar el alba, todo el mundo se puso de pie para recibir tamales y champurrado por parte de grupos de ciudadanos altruistas, y posteriormente estar atentos a las instrucciones de los bomberos, boy scouts, integrantes del Escuadrón Deportivo Militarizado y hasta tránsitos. La larga fila humana se dispone a avanzar primero lentamente, más rápido después, en cuanto es abierta la reja.

Ya en el interior, las miradas curiosas y expectantes de los niños y niñas se posan en los montones de juguetes colocados en la parte posteior del edificio. El sonido de la sirena -que otras veces es para avisar de una emergencia a los bomberos- ahora es para que los visitantes sepan que está a punto de iniciar el reparto de juguetes, encabezado por las autoridades de la ciudad.

Y así ocurre. Santa Clós se hace presente con su larga y blanca barba, gorro azul, pero sin su traje rojo, ya que lo ha cambiado por el saco y el pantalón de bombero.

Como siempre, los regalos más codiciados son las bicicletas y triciclos, que en número de 500 se encuentran listas para ser entregadas. Otros juguetes han sido empaquetados en bolsas, y algunos (los menos) vienen en su empaque original: balones, por ejemplo. En esta ocasión, las familias tabién recibirán pollos para la cena de Nochebuena.

No todo son sonrisas. Un chiquillo ha salido llorando de la Estación, porque la bicicleta que recibió es demasiado pequeña para él. Las lágrimas conmueven a quienes le observan, y un bombero le indica que puede regresar a solicitar el cambio.

Antes que él, un jovencito imposibilitado para caminar ha esperado en una camilla en el interior de una ambulancia del Cuerpo de Rescate. Acompañado por su madre, allí recibe de manos del presidente municipal una bicicleta y los deseos de una Feliz Navidad.

La entrega de juguetes continúa. Muñecas, más balones, patinetas, montables… Una anciana y sus doce nietos, han sido de los primeros. Vienen de muy lejos, pero todos se van felices.

Muchos no esperan a llegar a casa para «estrenar». Allí mismo se montan en las bicicletas para empezar a disfrutar ya la Navidad, gracias a Santa Clós Bombero, la tradición iniciada por don Leonardo Solís Barraza en la década de los ya lejanos años 30.