El decano del fotoperiodismo juarense, don Héctor Oaxaca Acosta, fue despedido este martes por familiares, amigos y colegas con una misa de cuerpo presente en la capilla de Mausoleos Luz Eterna. El maestro de generaciones de periodistas, había fallecido la tarde del lunes en su casa de la colonia Ex Hipódromo, a causa de problemas de salud, a los 87 años.
-Fue testigo de la historia de Ciudad Juárez, durante por lo menos 60 años- dijo el presbítero Eziquio Trevizo al remembrar al fotoperiodista a quien observó en su desempeño profesional durante décadas.
Consideró justo que el gremio periodístico haga una recopilación del legado de Oaxaquita -como cariñosamente le llamaba todo el mundo- a la manera del Archivo Casasola, «pero lo decidirán ustedes», agregó.
Aunque se especializó en la fuente deportiva, armado con su cámara Oaxaquita cubrió todas las áreas del periodismo. Uno de sus momentos culminantes fue a principios de la dácada de los años 60 cuando asistió a una prueba atómica en el desierto de Nuevo México. No obstante haber decenas de fotógrafos con mucho mejor equipo que él, el juarense les ganó la foto cuando el estruendo echó por tierra los tripiés y cámaras de los estadounidenses.
Era ésta una de sus anécdotas favoritas, que recurrentemente contaba.
Una expresión pinta de cuerpo entero al maestro:
-No había un mejor amigo y aliado en el periodismo que Oaxaquita. Era una persona fina y centrado. Con Dios en paz descanse nuestro amigos de todos- escribió en su cuenta de Facebook la periodista y escritora Diana Washington Valdez.
Le sobreviven a Oaxaquita su viuda Graciela Echávarri y dos hijos.
Luego de la misa de cuerpo presente, los restos del estimado colega fueron cremados.
Descanse en paz el maestrazo Oaxaquita.


