Diavolo es… ¿troupe?… ¿corps de ballet?… Es eso y más. Es un espectáculo que literalmente deja al público no sólo sin habla, sino sin aliento, como ocurrió la noche del domingo en el teatro Víctor Hurgo Rascón Banda, entro del Octavo Festival Internacional Chihuahua.
La compañía originaria de Los Ángeles (California), y que sus once integrantes representan ambos sexos y todos los grupos étnicos de una metrópoli (caucásicos, afroamericanos, latinos y asiáticos), ´desplegó durante 90 minutos un impresionante programa de danza (desde la clásica hasta la contemporánea) conjugada con acrobacia.
Los cinco impactantes cuadros de vértigo que conformaron el programa, implicaron un alto grado de riesgo, debido a una serie de saltos al vacío de sus integrantes (particularmente las mujeres), e inclusive un salto mortal por una de ellas, cuyo cuerpo catapultado a gran velocidad desde una plataforma con el impulso del balanceo, y tras dar un giro en el aire fue atrapado en su caída por dos de sus compañeros.
Para el desarrollo de sus cuadros, fueron utilizadas diversas estructuras: una plataforma inclinada 60 grados y con una serie de postes perpendiculares en toda la superficie, el dintel de una puerta de madera, una banca plegable, una enorme rueda doble de alumnio, ensamblada en cuadrantes y por último otra plataforma semicircular y forrada de madera simulando el casco de un navío antiguo.
La música de fondo fue de diversos géneros: desde clásica instrumental y ópera hasta electrónica y World Music.
Sin palabras, tan sólo con el lenguaje corporal que incluyó desde pasos de ballet clásico, hasta danza contemporánea, gimnasia olímpica y acrobacia, los artistas desarrollaron la historia contada por cada cuadro: un agotador entrenamiento militar, el amoroso cortejo de una pareja, la disputa por el pequeño espacio de una banca, el hombre frente a la máquina y, por último la fragilidad humana ante las fuerzas de la Naturaleza representada por un mar encrespado pero invisible. Simbolismo puro.
Los espectadores no fue ajeno a la explosión de adrenalina generada en el escenario por los artistas, ya que en un par de ocasiones al girar la enorme rueda de metal, al rodar pareció dirigirse hacia el área del público, pero sólo quedó en una impresión.
Los cinco cuadros -de aproximadamente ocho minutos de duración cada uno, a excepción del último que de aproximadamente 25- llevaron por título «D2R», «Knockturne», «Bench», «Humachine» y «Trajectoire». La ovación de pie de la totalidad del público presente en el recinto, reconoció los méritos de esta compañía y de sus artistas. (Fotos: Gabriel Cardona/FICH)
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