Durante dos días, los estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez pusieron a prueba su sazón en la preparación de platillos de la cocina mexicana.

Esta actividad denominada XIX Muestra Gastronómica forma parte de la materia Cultura y Sociedad Mexicana, que forma parte de la currícula en todos los programas de licenciatura que se imparten en la institución.

El viernes la Muestra se llevó a cabo en Ciudad Universitaria, y en los jardines y lobby del Centro Cultural Universitario (en el Instituto de Ciencias Biomédicas) el sábado.

Prácticamente todas las entidades federativas de la República Mexicana estuvieron representadas en la exposición, que hizo las delicias de alumnos y maestros, así como de padres de familia y otros visitantes, quienes degustaron los excelentes platillos.

Fue un verdadero festín de colores, olores y sabores. Fueron presentados platillos tan conocidos como los burritos, el mole en sus diversas variantes, ceviche, cabrito (de Nuevo León), sopa azteca, pastel azteca,  chile pasado (de Durango), tacos en su diferentes modalidades, tamales, como otros que no lo son tanto (al menos en el norte): salbutes (especie de panuchos, pero no de Yucatán, sino de Quintana Roo),  tlacoyos (del DF), tortas ahogadas (de Jalisco), zacahuil (de San Luis Potosí, tamal  de polo o puerco, con chile ancho mezclado con la masa, y cocinado en horno de agujero, en la tierra).

También hubo bebidas para todos los gustos, predominando las aguas frescas, aunque también fue ofrecido clamato, tejuino (de Querétaro, consistente en un batido de maiz, con limón, chile en polvo y sal de grano) y leche merengada, entre otras.

No podían faltar los postres comoe el pan de plátano (de Tabasco, por supuesto), la leche merengada y los buñuelos con salsa de guayaba (de Querétaro), borrachitos y camotes (de Puebla), pay de manzana (de Chihuahua).

Menos podían faltar las salsas (roja, verde, pico de gallo, etc.).

Tanto hombres como mujeres participaron en la elaboración de los platillos, algunos ya llevados listos para servir, pero otros requerían de la preparación al momento.

Cada grupo de estudiantes-chef equipó su módulo con material representativo de cada entidad federativa: desde trajes típicos (que en algunos casos ellas y ellos mismo portaron), postales, cerámica, etc., y tuvieron a disposición de los comensales una pequeña monografía en forma de tríptico (e inclusive algunas recetas de platillos).

Por el esfuerzo realizado, un diez para todos.

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